Dos campesinos, Jacinto y María, que se preparan para ir al campo a realizar sus tareas, comienzan la siguiente conversación:
- Oye, Jacinto, ¿Cómo es eso de la reencarnación?- ¡Ay, María, súbete a la burra, aquí junto a mí, y en el camino te explico.
Y una vez en camino, cabalgando ya los dos sobre la burra, Manolo le dice:
- Mira, María, ¿Ves aquella vaca? Esa puede ser tu tía Gertrudis en esta su nueva vida.
Y a continuación le dice:
- Mira, ¿Ves ese gallo? Ese puede ser tu tío José.
Y María va encabronándose porque Manolo solo le hace referencia a sus familiares.
- Mira, María, ¿Y ves aquel perro? Ese puede ser tu primo Cipriano.
De repente, María comienza a sollozar, y Jacinto, sorprendido,
Le pregunta por qué llora.
Ella le contesta:
- ¡Ay, Jacinto, me siento muy triste!
- Pero, ¿Por qué, María?
- Porque a lo mejor venimos sentados encima de la imbécil de tu madre.
- Oye, Jacinto, ¿Cómo es eso de la reencarnación?- ¡Ay, María, súbete a la burra, aquí junto a mí, y en el camino te explico.
Y una vez en camino, cabalgando ya los dos sobre la burra, Manolo le dice:
- Mira, María, ¿Ves aquella vaca? Esa puede ser tu tía Gertrudis en esta su nueva vida.
Y a continuación le dice:
- Mira, ¿Ves ese gallo? Ese puede ser tu tío José.
Y María va encabronándose porque Manolo solo le hace referencia a sus familiares.
- Mira, María, ¿Y ves aquel perro? Ese puede ser tu primo Cipriano.
De repente, María comienza a sollozar, y Jacinto, sorprendido,
Le pregunta por qué llora.
Ella le contesta:
- ¡Ay, Jacinto, me siento muy triste!
- Pero, ¿Por qué, María?
- Porque a lo mejor venimos sentados encima de la imbécil de tu madre.